En muchos casos el personal a
cargo de los menores relata respuestas y comportamientos que nos parecen
extraordinarios, sorprendentes para la mente de los adultos, donde los niños se
convierten en grandes maestros, en mensajeros de la luz. El estudio se basa en la observación, donde se
tendrá en cuenta las diversas definiciones de competencia social, así podremos
destacar las habilidades cognitivas a nivel social del niño, o bien podremos
poner énfasis en la conducta manifiesta; desde un carácter multidimensional.
El
estudio tendrá en cuenta todas las capacidades de los niños/as (lingüísticas,
afectivas y sociales, cognitivas, motoras, perceptivas,…)
El escenario para la observación se trata del
aula hospitalaria del Hospital Clínico San Carlos de Madrid bajo el equipo de
Mari Luz Ariza. Basándonos en la interacción social de los niños, vamos a
sugerir un modelo general de competencia social: Cómo la importancia del mundo a
sus iguales puede cambiar en el niño la capacidad de afrontamiento y adaptación
a situaciones conflictivas y su influencia en el desarrollo cognitivo y
emocional, en su competencia comunicativa y sociabilidad.
Empleamos diversos métodos de evaluación. Pensamos
que los más recomendables son, además de la entrevista a los padres y los
informes de los maestros, la observación natural a través del role-playing o en la interacción del niño en grupos de
juegos y actividades constructivas o educativas.
Según este modelo, las relaciones comienzan con un conjunto de estímulos sociales que son las situaciones o tareas con las que se enfrenta el niño. Una vez que el niño ha mostrado su comportamiento social se lleva a cabo una valoración por parte de los iguales y como resultado recibirá una respuesta acorde por parte de los demás.
La competencia social ha sido estudiada por
numerosos autores, quienes señalan que viene determinada por el juicio de los
demás. Tiene una naturaleza multidimensional y para hablar de ella deberíamos tener
en cuenta las capacidades personales del niño, sus habilidades cognitivas,
lingüísticas, perceptivas, motoras, afectivas y sociales, su conducta manifiesta,
las circunstancias de su situación, las características del otro y las valoraciones
tanto del que emite la conducta como del que la recibe.
Parte importante y constituyente de la
competencia social, son las estrategias de interacción social, que son aquellas
respuestas que emite el niño en forma de conducta en distintas situaciones para
resolver conflictos. Según el uso que hagan de ellas y la valoración que les
otorguen sus iguales, resolverá de manera positiva o negativa dichos
conflictos, repercutiendo a su vez en la adaptación psicosocial. La evaluación
de esas estrategias se presenta en psicología evolutiva como una información
muy valiosa del niño en cuanto a su desarrollo y resulta muy útil para
determinar el nivel de adaptación durante su estancia en el centro
hospitalario.
La interacción es el instrumento principal que
utilizan los niños para establecer las relaciones sociales; a través de ellas
eligen a sus amigos, rechazan a otros, resuelven conflictos, ayudan a los
demás… en definitiva estas estrategias determinan en gran medida la competencia
social del niño y el éxito o fracaso de la relación.
En el estudio del grupo se observa una
diversidad de conductas, lo lógico sería encontrarse una mayoría en conflicto con el entorno que les rodea,
sin embargo observamos con carácter general un comportamiento positivo en la
homogeneidad del grupo frente al reconocimiento de que algo raro les pasa, afrontando
la situación de forma global y de manera autónoma.
La función de los maestros y cuidadores es
pieza crucial en esta actitud en el grupo de muestra, no obstante el personal a
cargo de los menores relata respuestas y comportamientos que a todas luces nos
parecen extraordinarios, sorprendentes para la mente de los adultos, donde los
niños se convierten en el ocaso de sus días en grandes maestros, en mensajeros
de la luz.
